Se habla de mucho de prosperidad. Es la carrera más intensa del hombre empresa desde que está en la tierra. Deja alma y vida tratando de alcanzarla. Se obsesiona buscando fórmulas y métodos, a veces honestos, otras veces no tanto para alcanzarla. Particularmente defino a la prosperidad como el crecimiento armónico, equilibrado y sostenido de los factores internos y externos que producen frutos y bienestar en una vida. El ser humano es fundamentalmente relacional. De acuerdo a su habilidad para manejar esto, se tendrá éxito en la conquista de la prosperidad. No solamente en saber con quienes nos asociemos, sino fundamentalmente con quienes NO. Duele a veces, pero tendremos que desprendernos de gente cercana que nos aleja de nuestros propósitos. Hay una historia interesante en la biblia que habla de este tema, sobre lo que sucedió con Abraham y Lot. Te sugiero leer el capítulo 13 de Génesis. Un buen aspirante a ser hombre o mujer de negocios puede aprender principios extraordinarios en esta historia. Voluntaria o involuntariamente somos el producto de la influencia de las personas de nuestro entorno. Por eso, las personas con las que pasamos mayor tiempo van a ser el tope de nuestro crecimiento. Van a establecer las fronteras de nuestros paradigmas. Las personas con las que nos asociemos, establezcamos redes, pueden ahogar o impulsar nuestras creencias, sueños y visión. Las personas incrédulas, pesimistas, supersticiosas y deshonestas, no sólo se encariñan con la mediocridad, sino que atan y frenan el crecimiento de quienes buscan la excelencia. Juntarte con personas de fe, provocará una sinergia que será combustible para alcanzar tus sueños.
Pensar desde la perspectiva de Dios, es pensar en términos de reino, es tener mentalidad de abundancia, de multiplicación, de legado para generaciones posteriores, de ganar-ganar. Es una prosperidad que no trae tristeza ni se cobra con nuestra familia, nuestra paz o nuestra salud. Por eso, para ser un administrador sabio de las riquezas, hay que conocer al dueño y creador de todas las cosas. Más importante que las riquezas en sí, es conocer el corazón de Dios, sus planes, sus secretos, sus principios y los términos infinitos de su amor.
Las palabras crean pensamientos, y los pensamientos crean acciones. Algunas acciones son muy simples pero tan poderosas que pueden llegar crear un mundo totalmente nuevo para tu vida. Esta vez la acción consiste en decir algunas palabras y por eso te invito a hacer la siguiente declaración en voz alta:
Dios, tú deseas que yo sea prosperado en todas las áreas de mi vida hasta llegar a la madurez de la estatura de Cristo Jesús. Ayudame a esforzarme en poner todo lo necesario de mi parte para que tú puedas hacer la tuya. Dame sabiduría y fe para percibir tu presencia, aprendiendo a confiar aunque no te vea. Me determino a ser generoso para que la prosperidad que reciba, fluya bendiciendo también a otros. En el nombre de Jesús. Amén
Sobre el autor: Francis Lenguaza cuenta con más de 20 años de experiencia en management en empresas líderes en los sectores de energía, telecomunicaciones, plásticos, retail, maquinarias y network marketing. Es coach ontológico y actualmente colabora con personas y equipos en la determinación de identidad, metas, propósito, plan de vida y negocios. Comprometido con Sonia Penayo, quien es Contadora Pública Nacional, con certificación de la International Coach Federation y de desempeña como analista en el sector banca y finanzas. Ambos aman y siguen el modelo de liderazgo de Jesús.
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