Un alma bien nutrida puede dar, alentar, bendecir y perdonar. Un alma desnutrida no puede dar, sólo sabe quejarse y hablar mal de otros. El alma se nutre cuando tiene intimidad con Dios. Vivimos la generación caprichosa que hace respiración, se fuma inciensos, gasta y hace terapias para "sentirse bien". Uno se puede sentir bien recién cuando sirve a otros. Fuimos diseñados para eso. ÉL mismo vino no para ser servido sino para servir. En definitiva, si no te sentís bien, es porque no servís. Quien lleva su vida tratando de cuidar su integridad, haciendo las cosas con rectitud y justicia, si de pronto se encuentra enojado o envidiando la supuesta prosperidad y tranquilidad de los tramposos, es solamente porque su ánimo ha decaído y su alma necesita estar más apegada a Dios. La falta de Dios genera eso: desánimo, envidia, enojo, baja estima y hasta conducir al temor de perder cosas materiales y la enfermedad. La oración junto con la palabra meditada en qu
A mis hijos y generaciones venideras, el legado más importante: que Cristo sea su fundamento, para que sus mentes se renueven y no se amolden al mundo