Un equipo bien balanceado cuenta con personas con distintas habilidades, historias e intenciones. Cada uno es un tipo de observador. Y cada observación es válida. No es que alguien tenga mas razón que el otro. Cada uno ve un hecho desde una perspectiva distinta.
Doce es un número interesante como punto de partida de un equipo con pretensiones. Como los meses o las horas de cada mitad del día. En doce puede llegar a haber una variedad lo suficientemente amplia de caracteres y temperamentos. Estos no necesitan estar de acuerdo en todo para ser exitosos en sus propósitos. Sólo hace hace falta una visión tan potente que sobrepase a los intereses particulares. Así surge el coordinar habilidades, abrirse mutuamente y la combinación de conocimiento e idas.
A veces sucede que se ha formado un equipo ideal, pero al poco tiempo surge una baja. Y la pérdida es peor cuando esa baja sucede por cuestiones de confianza. Lo milagroso sería poder reemplazar esa baja por alguien que haya sido testigo del nacimiento de la visión del grupo. De alguna manera, que ese individuo que reemplace esa baja haya experimentado a través de sus sentidos la vivencia que impulsa, de una manera tan intensa que se convierta en pasión.
¿Pero si no se consigue alguno que haya sido testigo presencial de las cosas como las vivió el resto?
Me ha pasado en la conformación de grupos de trabajo.
Y lo que pensé fue: "¿cuánto tiempo llevará encontrar a la persona perfecta? ¿se adaptará el grupo? ¿será aceptado? ¿cuánto tiempo le llevará aprender? ¿lo tendré que apabullar con instrucciones? ¿qué pasará con el proyecto? ¿cómo me veo en esta situación? ¿qué esperan los otros de mis acciones?"
Y lo que sentí en mis emociones fue: ansiedad, intranquilidad, impaciencia, apuro y enojo
Y lo que sentí en mi cuerpo fue: dolor de espalda, tensión en los hombros, dientes apretados y algo de fatiga.
Lo que decido hacer ahora es confiar en Dios. Porque en la elección de Matías como reemplazo de Judas, entre los doce apóstoles, el guió, porque trataron de escucharlo y lo buscaron. Y les habló a través del medio de comunicación del reino de los cielos, que es el Espíritu Santo.
Los candidatos presentados para ocupar el puesto de Judas fueron dos. Uno de ellos se llamaba José Barsabás, más conocido como «el Justo», y el otro se llamaba Matías. Luego todos oraron: «Señor, tú sabes lo que nosotros pensamos y sentimos. Por eso, te rogamos que nos muestres cuál de estos dos debe hacer el trabajo que a Judas le correspondía.» (Hechos 1:23-25)
...Y algo de historia hizo ese equipo ¿no?
Sobre el autor: Francis Lenguaza cuenta con más de 20 años de experiencia en gerenciamiento en empresas líderes en los sectores de energía, telecomunicaciones, plásticos, retail, maquinarias y network marketing. Es coach ontológico y actualmente colabora con personas y equipos en la determinación de identidad, metas, propósito, plan de vida y negocios. Comprometido con Sonia Penayo, quien es Contadora Pública Nacional, con certificación de la International Coach Federation y se desempeña como analista en el sector banca y finanzas. Ambos aman y siguen el modelo de liderazgo de Jesús y aplican herramientas de coaching en la enseñanza de la palabra. Para solicitar sesiones de coaching y conversaciones podés contactarnos en coachingyproposito@gmail.com
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