-"Esto es una locura, pasó todo tan rápido y vine a parar acá. En qué momento me dejé llevar por semejante impulso dejando en un instante la seguridad y los privilegios construidos con estudios, influencias y dedicación."
El pensaba, casi no hablaba. Y sus compañeros de viaje desconfiaban, llegaron a sugerir que era un espía del gobierno enviado para seguir de cerca los movimientos de esta extraña revolución.
Empezaba a asustar en realidad la magnitud de esto que se estaba formando, como que se estaba saliendo de control momento a momento, pero en paz; ahí la rareza de esta revolución. Sin gritos, ni arengas ni amenazas.
Es que de pronto ese puñado de hombres tan distintos en carácter y origen, que sólo llegaban a ser una docena algunas semanas atrás, dejaron de ser anónimos y estaban cada vez mas tiempo rodeados de multitudes cada vez mayores.
- "Una verdadera locura!". Volvió a pensar mirando lejos.
Igual, esos momentos de duda en la mente quedaban rápidamente acallados por la expectativa en su corazón que intuía cosas extraordinarias, ansioso por transtornar el mundo y tomarlo por asalto. Un corte en el tiempo, con antes y después bien delimitados en la historia de la humanidad.
Ya ni se acordaba de las amenazas de quien fuera su jefe, cuando estaba renunciando, gritándole desaforado que nunca más tendría trabajo y que se encargaría personalmente de desprestigiarlo. Otra mentira del status que vivía antes. Una cáscara costosa, vacía y rodeada de hipocresía.
Ver ayer a ese paralítico levantarse eufórico y empezar a andar, ya pagó el precio de decidir andar la aventura de esta nueva vida.
Miró desde la montaña hacia el horizonte, la muchedumbre seguía viniendo desde Decápolis, Galilea, Jerusalén y del otro lado del Jordán
-"¿Cómo se habían enterado? ¿ Cómo vamos a atenderlos, alimentarlos?"
Miró preocupado sus notas. Los números no daban. Ensimismado en sus cálculos humanos no se percató que el rabí lo miraba con ternura.
-"Mi amado Mateo, deja ya esos números, observa y escribe todo lo que veas y oigas.
El ambiente se puso como electrizante, la gente calló expectante. Entonces Jesús se paró sobre la roca y exclamó:
-"Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión.Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece." (1)
Sobre el autor: Francis Lenguaza cuenta con más de 20 años de experiencia en gerenciamiento en empresas líderes en los sectores de energía, telecomunicaciones, plásticos, retail, maquinarias y network marketing. Es coach ontológico y actualmente colabora con personas y equipos en la determinación de identidad, metas, propósito, plan de vida y negocios. Comprometido con Sonia Penayo, quien es Contadora Pública Nacional, con certificación de la International Coach Federation y se desempeña como analista en el sector banca y finanzas. Ambos aman y siguen el modelo de liderazgo de Jesús y aplican herramientas de coaching en la enseñanza de la palabra. Para solicitar sesiones de coaching y conversaciones podés contactarnos en coachingyproposito@gmail.com
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