Fui rescatado del agujero negro del universo que se traga a las vidas sin propósito. Una vida que navega a la deriva dependiendo de la suerte y las circunstancias es acosada y atraída a los pozos de la nada.
Mi rescate fue pagado por precio de sangre y puso en mí, que soy de barro, el mismo ADN que compone el cielo. Este salvataje fué hecho por algo, para ser parte del plan del creador supremo, para que con mi andar, como pueda bendecir mis caminos en la tierra llevando buenas noticias y bendición.
Dios tendrá memoria de ello. Mi tierra, mi pueblo, mi nación tendrá fama y será de inspiración a poetas, cantores e historiadores, que contarán cómo la presencia de Dios se estableció y envolvió todo en una atmósfera gloriosa.
"Cuántas cosas gloriosas se han dicho de ti, Ciudad de Dios"
Muchas ciudades han disfrutado de los beneficios y la abundancia derramada como premio a la fidelidad de sus generaciones anteriores, pero luego se han embriagado y dan la espalda al único merecedor de alabanza. Esas ciudades que malgastaron sus privilegios, algunas han desaparecido hasta de los registros, otras están en decadencia, envueltas en su propia ceguera, tomando malas decisiones, eligiendo malos príncipes y consejeros, enredadas en sus propios espirales decadentes.
Hay una gran promesa que creo: Jesús está en las puertas de mi ciudad y está dispuesto a entrar en ella. Los que lo amamos estamos preparando su entrada triunfal.
Todos los días, los que lo amamos, se lo diremos, que lo amamos y cuánto lo anhela nuestra alma.
Aquí estoy Señor, dispuesto a ser sal y luz de mi tierra. Quiero ser parte de una generación de hombres con propósito que transformen con su influencia a esta nación, confrontando a la corrupción moral, la idolatría por el ego, la superficialidad, levantándose una generación alegre, creativa, inteligente, de carácter y discernimiento, que ama al Dios verdadero y busca su consejo. Y todas las naciones se maravillarán por ello.
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