Cada persona tiene un don, una cualidad única, que tiene un propósito: servir a los demás. Sucede con muchas personas, que por temor, o por la incesante presión cultural que tiende a estandarizar los comportamientos en procesos mercantiles, o por simple complacencia, terminan ahogando y llevándose a la tumba sus dones. Se resignan a ser tibios, a callarse sus ideas. Así todos los que estábamos esperando la manifestación de esos dones, asistimos a la triste sepultura de una semilla que no quiso caer en tierra para dar fruto, y terminó disecándose en la persona que lo poseía. Nos perdemos el privilegio de conocer una más de las facetas maravillosas de la arquitectura multiforme ilimitada de nuestro creador.
Hay miles de millones de personas en el mundo, y cada una necesita y está buscando algo en particular para su vida. Cosas, soluciones, ideas o gente.
Pero principalmente esos miles de millones están buscando darle un sentido y propósito a su vida tratando de conocer a Dios. Y prestan atención a personas que lo puedan representar con integridad, rectitud, justicia, honestidad, amor y fe.
Hubo un rey, llamado Saúl, que podría haber hecho historia, o hubiera sido más grande que el César o el mismo David, pero tuvo el peor de los defectos para quien tiene que administrar presión y poder: temía más a la opinión de la gente que a Dios. Prefirió ser popular antes que auténtico.
Dios es el fundamento y principio del gobierno de todas las cosas. Y delega en lo natural, el gobierno a personas. Y en esos diversos rangos de administración de gobierno, el tesoro más valioso para custodiar son las vidas. Y esas frágiles vidas buscan desesperadamente aferrarse a rocas firmes que no transan, que no claudican en la fe, que no cambien según las circunstancias o modas, que crezcan y se desarrollen abriendo brechas. Pero ¿puede alguien ser de esa manera? Sí! Tomando como parámetro en la toma de decisiones a la palabra de Dios escrita en la biblia, escudriñando día a día en su principios y revelaciones. Durante ese proceso mientras de aprende y se madura el carácter, se limpia y de fortalece el espíritu.
Por eso, no temas, sino habla; y no calles porque Dios está contigo, y nadie podrá tocarte, porque somos muchos los tu pueblo en esta ciudad.
Sobre el autor: @francislenguazaFrancis Lenguaza, entusiasta del desarrollo personal contínuo, cuenta con más de 20 años de experiencia en gerenciamiento en empresas líderes en los sectores de energía, telecomunicaciones, plásticos, retail, maquinarias y network marketing. Es coach ontológico y actualmente colabora con personas y equipos en la determinación de identidad, metas, propósito, plan de vida y negocios. Casado con Sonia Penayo, quien es Contadora Pública Nacional, con certificación de la International Coach Federation y se desempeña como analista en el sector banca y finanzas. Ambos aman y siguen el modelo de liderazgo de Jesús y aplican herramientas de coaching en la enseñanza de la palabra
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