La elocuencia impresiona, emociona, pero no suele transformar. Impresiona y emociona especialmente a quien habla. Es el uso del lenguaje verbal y corporal de manera sofisticada y efectiva para el lucimiento. Se sustenta fundamentalmente en el ego.
Una persona puede llegar a conocer a Cristo, por medio de otra persona, sólo si está operando el Espíritu Santo, menguando el propio ser para que él crezca. Es el espíritu más poderoso del mundo, hablando al espíritu de otra persona, perforando las barreras de los sentidos e intelectuales, para llegar al corazón.
Algunas veces se disfraza la elocuencia de "buenas intenciones", o "ser usado por Dios para algo bueno", o "querer ayudar a la humanidad o a la naturaleza". Sarasa, todo es para tener seguidores. Nada será bueno ni perdurable si no es para que la gente siga a Cristo.
El libro de Hechos en el capítulo 18 verso 25 habla de alguien "que había sido instruido en el camino del Señor y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan".
Una vida apasionada es posible desplegarla solamente si estamos enfocados los propósitos de Jesús.
Cada persona es una construcción formada de experiencias. Esas experiencias se traducen con palabras que nos dijeron y nos dijimos y se nos pegan. Mucho de eso está compuesto de juicios infundados o erróneos. Necesitamos un bautismo con el fuego de su Espíritu Santo, que queme toda hojarasca de pecado, incredulidad, repeticiones y tradiciones sin sentido, para hacer nacer en nuestro ser brasas de pasión y así poder contagiar a otros.
Así la elocuencia se corre y puede dar lugar a las palabras que son espíritu y son vida.
Sobre el autor: @francislenguazaFrancis Lenguaza, entusiasta del desarrollo personal continuo, cuenta con más de 20 años de experiencia en gerenciamiento en empresas líderes en los sectores de energía, telecomunicaciones, plásticos, retail, maquinarias y network marketing. Es coach ontológico y actualmente colabora con personas y equipos en la determinación de identidad, metas, propósito, plan de vida y negocios. Casado con Sonia Penayo, quien es Contadora Pública Nacional, con certificación de la International Coach Federation y se desempeña como analista en el sector banca y finanzas. Ambos aman y siguen el modelo de liderazgo de Jesús y aplican herramientas de coaching en la enseñanza de la palabra
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