Amado Señor Jesús:
Hoy te quiero entregar esta carga de tristeza, enojo y preocupación.
Estamos viviendo días de tensión social e incertidumbre en nuestra nación y el mundo.
Antes de ayer hubo una huelga general y ayer hubo un bombardeo a Siria en el que murió gente inocente. Vivimos días en los que realmente cuesta discernir verdades por el ruido interferente e intermitente de las redes sociales, radio y tv.
Percibo en el lenguaje de las personas con las que me relaciono, que no leen. No me refiero ni siquiera a la Biblia, sino a libros que los induzca a pensar y reflexionar.
El sustento ideológico de los debates son los títulos de noticieros y memes. Océanos de ruido, con un centímetro de profundidad.
Pero la parte más importante de todo esto que te quiero entregar es que he visto que algunos que se dicen "hermanos líderes cristianos" manifiestan alegrarse cuando una persona sufre violencia en represión o cualquiera de sus formas. No parece amor. Hablan "en lenguas", propagan doctrinas pero no parecen reflejar amor.
Te pido que no me dejes en amargura, y me guíes a reflejar tu persona, siendo un pacificador y alguien que conozca y facilite conocer tu amor a las personas.
Gracias porque sé que me escuchas y puedo confiar en que mis fuerzas y buen ánimo pueden ser sustentadas por tu poder.
Ese poder lo necesito especialmente para permanecer con mirada puesta en las cosas verdaderas, que vienen de tí y de tu reino, que no es de este mundo. Y el mundo rechaza aborrece lo que no es popular, considerando como verdad lo que a sus filtros y sistemas se adapten.
Mi mente diariamente necesita ser cambiada, limpiada, restaurada, vivificada y re enfocada en tus propósitos, con tu palabra y poder, sacudiendo el polvo obsoleto de este tiempo que va pereciendo. Quiero ser tu amigo, aunque la amistad contigo me lleva a enemistarme con el mundo.
Creo y confío en tu palabra que dice:
No amen a este mundo ni las cosas que les ofrece, porque cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en ustedes. Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre. (1 Juan 2:15-17)
Sé que si decido vivir día a día, tu respaldo me llevará a vencer por sobre todas las cosas.
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