Dejar la tierra conocida y a los conocidos suele ser un requisito fundamental para poder expandirse, ensanchar el sitio de la tienda. Seguramente en otras tierras encontraremos a los que nos conviene asociarnos porque están buscando lo mismo que nosotros, o tienen una visión parecida a la nuestra. Es lógico entonces salirse de la media, para enfocarse en lo especial, ver las cosas que no son como si fueran.
En la tierra, justamente lo que abunda es tierra. La gente común es lo que más abunda: conformistas, calculadores, sin propósito. Pero para encontrar las joyas hay que buscar bien, escarbando entre la tierra. Las joyas son las personas con potencial, buscando ir mas allá de lo conocido y previsible.
Es el hábito de los que van tras un sueño de Dios. Buscamos, hurgamos, viajamos, dejando la zona de confort.
Pablo, sabiendo y aún siendo advertido de los peligros que lo acechaban, estaba dispuesto a bancarse la persecución y hasta la cárcel para hacer historia por el sueño de Jesús. Iba determinado a Jerusalén dispuesto a hacer la voluntad de quien lo enviaba. Está documentado que dijo a sus amigos: - «¿Por qué todo este llanto? ¡Me parten el corazón! Yo estoy dispuesto no solo a ser encarcelado en Jerusalén, sino incluso a morir por el Señor Jesús».(1)
Aún siendo un varón lleno de experiencias del mundo, una vez que conoció la visión que Dios le había mostrado, ya todo lo demás, que no estaba en coherencia con su propósito, le pareció ordinario.
Valía la pena sufrir y morir si era necesario por semejante pasión.
Dios te pido que me reveles cuál es el sueño que tienes para mi vida, para así poder desechar todo aquello que me distrae y correr una carrera fructífera en mi tiempo en la tierra.
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