Ya no nos da lo mismo hacer lo correcto que lo incorrecto desde que nuestra conciencia fue limpiada. Es como lavar el parabrisas de un auto en el que había barro, bichos y hojas que nos impedían ver los detalles del exterior. Pero para poder dejar de errar al blanco, se parte desde el arrepentimiento genuino por haber vivido en rebeldía y de espaldas a Dios. Desde allí, sea cual sea el pasado, hay un nuevo comienzo. Se es nueva criatura. Sin arrepentimiento, aunque estés militando en la religión que sea, será como intentar cocer una herida sobre una infección que seguirá haciendo daño y enfermando por dentro.
El hombre es experto en armar razonamientos, justificaciones y argumentos que intentar explicar su comportamiento necio.
Y vaya que ha invertido tiempo y dinero tratando de exponer hasta profesionalmente las razones para abortar, actuar violentamente, la homosexualidad, las adicciones y el abuso.
Las personas pagan para aplacar con explicaciones a una conciencia contaminada.
Pero es involuntario. Las personas que no han nacido de nuevo en el espíritu son rehenes cautivas y por sus fuerzas no podrán ser libres. Sólo el poder de Cristo puede vencer al secuestrador de las almas intelectuales.
Este carcelero de las almas las ha hecho prisioneras por medio de mentiras culturalmente aceptadas.
Así las almas se entristecen y se van apagando, destruyéndose a sí mismas, debilitando y arrastrando a su entorno.
Somos millones que estamos anunciando la noticia de la resurrección de Cristo y le llegada de su reino entre nosotros.
La voluntad humana es soberana, y es un precioso regalo que Dios le concedió a la humanidad. Queremos exhortar al mundo a que tome una buena decisión que tiene consecuencias con inicio inmediato y consecuencias eternas.
Porque la soberanía del libre albedrío implica ser libre para elegir, pero no se es libre de las consecuencias de esa elección.
He hablado de Cristo a todo quien pude, por eso, como dice Pablo "por lo tanto, puedo asegurarles que estoy limpio de la sangre de todos, pues no me he negado a anunciarles el plan de Dios" (1).
Ahora ruego que cada palabra que haya soltado de parte de Dios dé sus frutos antes de que mueran, para vivir una vida que haya valido la pena primero, pero principalmente por el destino que le tocará a sus almas en la eternidad.
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