Hay tiempos de pérdida de visión. No se revelan
las palabras claves, incluso cuando las conocemos o convivimos con ella. Algo
parecido sucede en nuestra relación con Dios. Puede ser que en algún momento
hayamos tenido alguna experiencia sobrenatural, algún milagro o “toques”, pero
cuando llegamos a tener una revelación
ya no se quiere volver atrás. Puede ser que allí esté la respuesta de porqué
mucha gente se aparta de Dios, porque deja de buscar esa revelación que una vez
que se concreta se convierte en un pacto inexpugnable. Nosotros somos los
terrenales, y si queremos evolucionar hacia lo sobrenatural nosotros debemos buscarlo, y
no al revés.
“El joven Samuel
ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en
aquellos días; no había visión con frecuencia…Y Samuel no había conocido aún a
Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada” (1 de Samuel 3:1 y 3:7)
Y esa revelación se suele dar luego de pasar por períodos de escasez, de repudio, de burla, de valles de silencio en los que
sentimos que Dios no nos habla, porque pasamos una prueba y ascendemos a un
nivel en el que calificamos para administrar, capacitados sin achicarnos ante
las circunstancias.
Es importante estar atentos y sensibles a la
palabra y atentos a la adoración para llegar a esa revelación. Solemos ser
sensibles a otras cosas, especialmente cuando somos dominados por las
emociones.
Cuando una persona es sensible a Dios, lo
considera a EL de verdad y no está simplemente haciendo un rol de cristiano.
Para la persona que realmente ama a Dios, su voz es lo máximo en la vida, y no
le da lo mismo que le hable o no.
Saúl cometió pecados de los que fue advertido
pero no se arrepintió de ninguno, demostró que no le importaba y siguió
haciendo lo que quería, no fue sensible a la voz de Dios.
David espió a una mujer casada, la embaraza y
hace matar al esposo, cuando un profeta le dice “David pecaste”, se largó a
llorar porque estaba realmente arrepentido. No se trata de quien comete el peor
pecado, se trata de encontrar gente sensible a la vos de Dios.
Pablo describió bien en sus cartas esa
revelación que es el amor de Dios. De allí en mas no le importó mas nada. Los
que estén atentos van enloquecer recibiendo oleadas de amor, y los que estén
con el corazón endurecido no van a entender nada de lo que esté sucediendo
alrededor.
“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir
es ganancia” (Filipenses 1:21)
Comentarios
Publicar un comentario