Existe una historia muy interesante de un hombre que había sido cojo durante toda su vida. Se había acostumbrado a recibir las limosnas de la vida. No sólo limosnas como monedas, sino también limosnas de afecto, respeto, sueños y oportunidades. Pero este hombre tuvo la chance de encontrarse con el apóstol Pedro, y fue sanado físicamente en el momento. Pero además decidió voluntariamente seguir el proceso de sanidad emocional, siguiendo a Pedro, haciéndolo su guía y mentor. Fue una decisión brillante, porque mucha gente vive como postrados o cojos emocionales. Encerrados en su propia ignorancia y falta de actitud de aprendiz, dejan de crecer, de desarrollarse viviendo sus vidas secándose y desgranándose sin que esos granos lleguen a dar frutos.
Algunos llegaron a experimentar un milagro sobrenatural y lo desaprovechan, no lo ven como la señal de oportunidad, como puerta a que lo saque de la zona ordinaria de la vida. Deciden persistir en su rumbo errático, directo a la desgracia.
Por medio del milagro de la salvación, yo fui libre del vacío existencial, que encima no viene solo, sino que se mueve en patota con sus amigotes vicios, alcohol, cigarrillos, drogas y relaciones desordenadas. No había forma de llenar ese agujero negro dentro de mi alma, que se devoraba todo y pedía cada vez mas excesos. Me sentía insatisfecho, ansioso y triste. Sólo Jesús llenó ese hueco de mi corazón una vez que lo conocí. Afortunadamente mi elección fue seguir su camino. Lo convertí en mi Dios, maestro y líder. Y con el tiempo, en un proceso de amor se pudieron deshacer en mi ser mucha de la maquinaria de hábitos y pensamientos destructivos.
Y no sólo me encontré con mi propio ser, con identidad de hijo bien definida, sino también como pueblo. Un pueblo que tiene como propósito atraer el cielo a la tierra.
Todos los días, un hombre que nunca había podido caminar era llevado a una de las entradas del templo, conocida como Portón Hermoso. Ese hombre pedía limosna a la gente que entraba en el templo. Tan pronto como ese hombre vio a Pedro y a Juan, les pidió dinero. Ellos lo miraron fijamente, y Pedro le dijo: «Préstanos atención.»
Aquel hombre los miró atentamente, pensando que iban a darle algo. Sin embargo, Pedro le dijo: «No tengo oro ni plata, pero te voy a dar lo que sí tengo: En el nombre de Jesucristo de Nazaret, te ordeno que te levantes y camines.»
Enseguida, Pedro lo tomó de la mano derecha y lo levantó. En ese mismo instante, las piernas y los pies de aquel hombre se hicieron fuertes y, de un salto, se puso en pie y empezó a caminar. Sin más, entró en el templo con Pedro y Juan, caminando y saltando y alabando a Dios. (Libro de los Hechos. Capítulo 3 Versos 2 al 8)
Compartiendo mi experiencia
- Lo que pensé: "Si dejo pasar esta oportunidad me voy a pique. Voy a desaparecer en el anonimato y la oscuridad". ¿Y qué pensarías vos?
- Lo que sentí: En mi cuerpo los ojos adormecidos, los hombros caídos y dolores de cabeza. En mis emociones desgano, depresión, tristeza y enojo. ¿Y qué sentirías vos?
- Lo que decido ser: un aprendiz curioso y expectante. Alguien con esperanza y enfocado en las cosas eternas, para bendecir a otros y ayudarlos a despertar. ¿Y qué elegís ser vos?
Sobre el autor: Francis Lenguaza cuenta con más de 20 años de experiencia en gerenciamiento en empresas líderes en los sectores de energía, telecomunicaciones, plásticos, retail, maquinarias y network marketing. Es coach ontológico y actualmente colabora con personas y equipos en la determinación de identidad, metas, propósito, plan de vida y negocios. Comprometido con Sonia Penayo, quien es Contadora Pública Nacional, con certificación de la International Coach Federation y se desempeña como analista en el sector banca y finanzas. Ambos aman y siguen el modelo de liderazgo de Jesús y aplican herramientas de coaching en la enseñanza de la palabra. Para solicitar sesiones de coaching y conversaciones podés contactarnos en coachingyproposito@gmail.com
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