Hasta ahora mi concepto de paz se limitaba a la ausencia de conflictos o apuros. Pero hoy aprendí una definición de que me encantó y sorprendió:
Del griego eirene. Sosiego de la mente y del corazón fundado en el conocimiento de que todo anda bien entre una persona y Dios.
Y me acordé de los testimonios que relataron unos hermanos en mi familia espiritual, con la que nos congregamos, nos reímos y lloramos en el Centro Familiar Amigos de Jesús de la ciudad de Posadas.
Se contaron estas historias en la reunión del día sábado 15 de Octubre de 2016. No digo sus nombres porque no pedí permiso para hacerlo, pero al menos unas 1500 personas pueden atestiguarlo.
La primera hermana nos introducía en que ese día, uno de sus hijos reflexionaba con ella, como siempre habían vivido con una provisión sobrenatural en sus vidas, a pesar de que su único sustento fue durante mucho tiempo una humilde pensión.
Y eso le hizo decidir compartir ese fin de semana en público, en nuestra iglesia su testimonio.
Un detalle no menor fue que en el trayecto a la iglesia, ese día, el ómnibus que la trasladaba tuvo un choque, ella se golpeó un poco y querían trasladarla al hospital para control, pero decidió continuar por sus medios decidida a contar su historia.
Y así lo hizo. Ella bajita, pelo castaño, sonriente, de anteojos, tono apacible de voz, pausadamente nos contó su relato:
"Yo tenía 4 hijos pequeños y estaba embarazada del quinto. Hacía poco había quedado viuda y mi único ingreso de dinero era una humilde pensión. Hacía poco que conocía a Jesús. Y una persona que en ese momento ejercía un liderazgo en la iglesia me dijo algo que provino de su corazón seguramente, de su humana intención, verdadero mensaje del enemigo porque es contrario a lo que Dios enseña y a un principio de fe.
Esa persona me sugirió que, debido a la situación delicada en lo financiero de ese momento, más las otras cosas que iba a necesitar para el bebé en camino, sería mejor que no dé el diezmo para Dios.
Pero yo decidí creerle a Dios en su palabra, refugiarme y descansar en El para lo que necesitaba, dando el diezmo de lo poco que me ingresaba. Y eso me trajo paz. Y siempre la provisión fue súper abundante en mi casa. Multiplicación milagrosa que me permitió criar y educar a mis hijos que hoy son adultos prósperos que aman y siguen a Jesús."
Otro testimonio, ese mismo día, lo contó un señor de unos 55 años, alto, flaco, de anteojos y con canas plateadas:
"Tenía que someterme a una delicada operación en el estómago por causa de una enfermedad. Los médicos me habían advertido sobre la estadística de que dice que son bajas las probabilidades de éxito en este tipo cirugías y las secuelas que acarrea.
Yo le dije que mi confianza está en Dios, que me cuida. Y oro por usted y todo su equipo médico sea cubierto por su paz, y lleno de su sabiduría para conducirse con pericia en el quirófano.
El resultado fue una operación exitosa junto con la alegría del médico que contaba que nunca antes alguien había orado por su equipo médico, y que en esta oportunidad era inexplicable la paz con la que transcurrió la cirugía, como que todo estaba bajo control."
Y otro relato muy impactante para mí lo contó un adulto joven, bajito, pelo enrulado, rostro amistoso.
"Mi padre biológico hizo sufrir mucho a mi madre y a nosotros con abusos y maltratos. Mi madre decidió dejarlo buscando un mejor futuro para nosotros.
Ella conoció a un hombre bueno que no solamente nos educó, nos proveyó y nos protegió sino que nos dio lo mas importante: conocer a Cristo.
Gracias a Dios pudimos crecer muy felices, pero tenía una carga en mi corazón que cada vez tenía mas fuerza. Y era el hecho de conocer y confrontar a mi padre biológico.
Así que lo consulté con mi madre, que primero se opuso, luego aflojó y cedió. Y me puse a rastrearlo por medio de parientes en común.
Averigüé que vive en un pueblito en Paraguay. Y el traslado primero lo hice en micro. Luego una tía me embarcó en una moto para poder llegar hasta el punto.
No pensaba que el cuadro patético era peor que el que me imaginaba. Un pueblo pobre, inhóspito, olvidado y una casilla donde habitaba este hombre, más pequeña y miserable que el rincón de herramientas de mi patio.
Pregunté por él, y me señalaron un lugar donde había algunas personas bebiendo y jugando a las cartas.
Me acerqué, pregunté si él era el fulano, y me dijo que sí. Y yo le dije ¿Sabés quien soy? Soy tu hijo que te necesitó todos estos años.
Retrocedió entre conmocionado y asustado, así que le indiqué que se tranquilizara, que no venía a agredirlo y a vengarme. Sólo a perdonarlo y a pedirle perdón.
¿Pedirle perdón? Sí, Por el rencor que había guardado y por no haberlo honrado como manda Dios en su palabra en el quinto mandamiento.
Así se quebró y comenzó a llorar. Oré por él y lo invité a hacer una oración para que acepte a Jesús como Señor de su vida y lo guíe para salir de sus sufrimientos.
Luego me dispuse a irme y me tomó del brazo pidiéndome que me quede porque me necesitaba.
Contesté que yo también lo necesité cuando niño. Y ahora lo que él necesita es antes que nada a Jesús."
Y así concluye el resumen de estos tres relatos simples, de la vida cotidiana en los que la evidencia de la mano de Dios obrando en forma de milagro se hace presente.
Sólo Jesús puede traer verdadera paz a nuestras vidas.
Y le doy la gloria y gracias por vivir y ser testigo de eso. No porque me lo merezca, sino porque El es bueno.
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