¿Cómo ser una persona que tenga confianza y valor?
¿Cómo ser alguien determinado para proclamar verdad y justicia sin temor, lleno de poder del Espíritu Santo?
¿Cómo ser alguien lleno de gracia sobreabundante, despojado y generoso?
¿Qué hacer?
Primero pedir, que se revele a mi conciencia el poder y señorío de mi Padre celestial por sobre todas las cosas. Si no se revela eso antes, voy a vivir en conflicto permanente con su voluntad, que muchas veces no coincide con mis deseos.
Luego pedir diariamente su protección y cobertura. Los enemigos no descansan y cada día maquinan armas más sutiles y sofisticadas.
Tener presente y recordar cada una de las promesas y profecías que me da Dios en su palabra. Va a ser lo único que me va a sostener y levantar en los momentos de confusión y desánimo.
También recordar que las presiones, persecuciones y amenazas son parte del camino, que Cristo también las sufrió y son parte del aprendizaje para el carácter que me quiere llevar a tener.
Pedir a Dios que extienda su mano para concederme autoridad para ejercer en su nombre para que sucedan ante los ojos naturales las señales, sanidades y otros prodigios.
Despojarme de depender de las cosas e incluso de las personas, teniendo a Dios como único sustentador suficiente y dueño de mis decisiones. Reconociendo que todo es suyo.
Dando al necesitado y sembrando en la iglesia, que es la tierra fértil, con los defectos que pueda tener toda organización conformada por hombres que están aprendiendo a ser perfeccionados, para la extensión del Reino en todos sus aspectos. Llevando la cultura de Cristo como transformadora de entornos.
¿Qué voy a tener?
Siendo mi vida un instrumento para los propósitos divinos, mi tiempo en esta tierra, que es muy breve comparado con la eternidad, será de aventuras y de historias extraordinarias.
El miedo al rechazo, a ser avergonzado, acusado, criticado o perseguido será arrancado de mi vida para que su lugar lo ocupen la confianza y el valor, con una vida de verdadera libertad.
Hechos 4 versículos 27 al 31
En efecto, en esta ciudad se reunieron Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y con el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste para hacer lo que de antemano tu poder y tu voluntad habían determinado que sucediera. Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno. Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús.»
Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.
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