Hasta aquí lo escucharon. Entonces alzaron la voz y gritaron: «¡Mátalo! ¡Bórralo de este mundo! ¡Gente así no merece vivir!» Y se rasgaban la ropa y lanzaban polvo al aire, y no dejaban de gritar. Entonces el tribuno mandó que llevaran a Pablo a la fortaleza, con órdenes de que lo interrogaran y lo azotaran para saber por qué protestaban contra él. Cuando lo estaban atando con correas, Pablo le preguntó al centurión allí presente: «¿Acaso está permitido azotar a un ciudadano romano sin que antes se le juzgue?» (Hechos 22:22 al 25)
La capacidad de resistir que tenía el apóstol Pablo iba mucho más allá de lo que podía llegar a tolerar su cuerpo e incluso sus propios sentimientos. Es que hacía tiempo que tenía definido por qué vivir y por qué estaría dispuesto a morir. Porque cuando se tiene la certeza de la vida eterna con Cristo, desaparece la raíz de todos los temores: la muerte. Cuando hay enfoque en un propósito superior y trascendental, los dolores circunstanciales ya ni duelen, son parte del andar.
Las personas que no tienen a Dios en su corazón son azotadas por espíritus, males, vicios, enfermedades, tristeza, depresión y vacío. Y eso se torna insoportable.
Los que sí tenemos a Jesús (que es Dios), hacemos valer la chapa de la autoridad heredada que tenemos los hijos. Pasamos pruebas, pero son sólo parte de un aprendizaje para acceder a un nuevo nivel de fe y autoridad. Los hijos del Reino podemos ser amenazados, mas no tocados.
Nuestras manos, pies, ojos, oídos, boca, mente, alma y espíritu están libres. Jesús pagó con su sangre el precio de las cadenas de esclavitud producto de nuestros errores, maldades y maldiciones.
Con esta libertad puedo elegir moverme por fe, ser próspero, fructífero, creativo, con autoridad para dominar y gobernar por sobre lo natural. Porque nuestro dueño es espíritu y lo espiritual somete a lo natural. Estamos aprendiendo el dominio propio, para dominar luego los territorios a conquistar. Su palabra nos enseña, entrena, alimenta, fortalece y nos da vida, día a día, en maravillosas dosis de revelación y discernimiento.
Preguntas para los que están buscando
¿A qué le temés?
¿De qué manera vivirías si no tuvieras temor a la muerte o a la enfermedad?
¿Qué certezas tenés con respecto a la eternidad?
Comentarios
Publicar un comentario