Nuestra nación pugna por conocer su verdadera identidad. Tiene confusión por que no se define entre la identidad que propone la maquinaria mediática cultural colonizada en la capital federal, cómodamente sentada en los privilegios del cobro de la renta exportadora de las provincias, con su aristocracia medio pelo, o la otra identidad que propone el resto del país con su multicultura, mestiza entrelazada con los inmigrantes.
Propongo una identidad de nuevos hombres, libres de los paradigmas socioculturales y religiosos foráneos, estructurada en hombres y mujeres con propósito más grande que lo individual, con visión y justicia, con liderazgo desde el ejemplo y la influencia, sin imposiciones. La patria es joven, está en la crisis de la adolescencia, con momentos en las que parece muy adulta y otros momentos en las que parece muy niña.
Hay trabajo para hacer, pero la acción precedida de la fe desafía toda barrera de tiempo recursos. Vale la pena entrar a la tierra prometida.
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