Cuenta la historia escrita que existió un general del ejército sirio de extraordinaria popularidad, poder y prestigio. Sus logros estaban basados especialmente en aplastantes victorias y se decía que a pesar de no conocer a Dios, era éste quien le respaldaba en sus conquistas.
Pero detrás de esa máscara de éxito se escondía un terrible y vergonzoso secreto que lo oprimía y lo hostigaba: tenía una lepra galopante que lo estaba carcomiendo rápidamente, en la piel y en su ánimo.
Naamán era su nombre. Y en este momento de su vida temía por sí mismo y por su ejército. Los guerreros pueden ser implacables y valientes o pueden huir como ratas ante el espanto según las señales de su líder. Y si se hiciera pública su debilidad sería catastrófico para su ejército tanto como para su status.
Una enfermedad en la piel representa a ir quedándose sin cobertura.
Naamán utilizó todos sus recursos en busca de la cura, pero el dato de la única chance para su salida vino de la persona menos pensada. Una joven esclava judía que su mismo ejército la había tomado cautiva en una sus escaramuzas y que ahora estaba sirviendo en la casa le dijo: -"si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra".
Tomó la decisión de aceptar el tratamiento para sanar su lepra y su orgullo. Su piel y su corazón
Primer chapuzón: sanó el orgullo
El profeta le indicó que se sumerja en el río Jordán. A pesar de ser un río menor y sucio tuvo que despojarse del orgullo, que era una traba y una separación de Dios
Segundo chapuzón: sanó su mala relación con el dinero
Hasta ahora había solucionado todo pagando. Estipuló un precio llevando carros con oro, plata y vestidos. Aprendió a ser agradecido desde el corazón y que no se puede imponer un precio para un milagro.
Tercer chapuzón: sanó la actitud de sabelotodo
El hacer las cosas a su manera casi provoca una guerra entre dos reinos. Cuando la sierva le indicó que vaya a ver al profeta, él se dirigió al rey.
Cuarto chapuzón: sanó su prepotencia
Se fué hasta la casa del profeta haciendo ostentación de poder, con dinero, carros y guardias. El profeta ni siquiera salió a atenderlo; mandó a su criado a darle la indicación de ir hasta el río
Quinto chapuzón: sanó su enojo
Tuvo que aprender a manejar su ira. La ira quita la paz, trae maldición al entorno y enfermedades.
Sexto chapuzón: aprendió a aprender
Entendió que Dios es creativo. Que debía ampliar su mente y corazón, despojarse de estructuras, técnicas y tradiciones.
Sépitmo chapuzón: dejó de comparar
Su estima estaba dañada. Tuvo que aprender a dejar de cuestionar y comparar. Tuvo que oír el consejo de una sierva y tuvo que obedecer a un profeta.
..."Naamán se enfureció y se fue, quejándose: «¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar el *nombre del Señor su Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría de la lepra! ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, no son mejores que toda el agua de Israel? ¿Acaso no podría zambullirme en ellos y quedar limpio?» Furioso, dio media vuelta y se marchó.Entonces sus criados se le acercaron para aconsejarle: «Señor,si el profeta le hubiera mandado hacer algo complicado, ¿usted no le habría hecho caso? ¡Con más razón si lo único que le dice a usted es que se zambulla, y así quedará limpio!» Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio! Luego Naamán volvió con todos sus acompañantes y, presentándose ante el hombre de Dios, le dijo:—Ahora reconozco que no hay Dios en todo el mundo, sino sólo en Israel. Le ruego a usted aceptar un regalo de su servidor"...
(Párrafo de La Biblia. Libro 2 de Reyes capítulo 5)
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