Cuando Descartes sentenció "pienso, luego existo", el mundo occidental
se palmeó a l espalda a sí mismo convenciéndose de su extraordinaria sapiencia
dando por sentado que el ser humano es solamente mente y cuerpo.
A partir de ese momento las corrientes filosóficas predominantes se
enfocaron en las formas de alimentar a un ser incompleto, elaborando cada vez
mas sofisticadas maneras de saciar estas dos partes declaradas del ser, pero a
la vez desnutriendo la parte ninguneada que es su espíritu.
La visión material es limitada, reconoce sólo los terrenos
tridimensionales y es completamente ignorante desde las de cuatro o más
dimensiones.
El alimento de la mente se hace reforzando lo intelectual, lo
científico, lo supuestamente racional. De ésta manera en vez de expandirnos,
quedamos cada vez mas encerrados en propios paradigmas y sentencias pocas veces
verificadas, y en vez de crecer, de ser mas felices, de descubrir nuestro
propósito, nos quedamos mas cerca de la versión de nuestro peor YO, que es la
vanidad. Este sistema se fue perfeccionando y premiando así a quienes
demuestren mayor conocimiento o desarrollen mejor los roles que le asigna el
sistema y que casi nunca tienen que ver con el plan original por el que fuimos
diseñados.
Entonces aparece la necesidad voraz de alimentar el cuerpo y las
sensaciones que reclaman los sentidos. Esa ansiedad como de domingo a la tarde,
pero que cada vez dura mas tiempo y reclama más cantidades.
…siembran mucho y recogen poco, comen y no calman su hambre, beben y no
calman su sed, se abrigan y siguen teniendo frío, y el sueldo que les pagan no
alcanza para nada…
Desesperadamente tratamos de hacer callar a esa parte de nosotros que
reclama atención a los gritos. Algunos inventan distracciones, miran mucha tele,
escuchan música cada vez mas fuerte, otros beben, fuman, comen mucho, beben o
recurren a drogas o sexo. Otros prueban terapias, técnicas o actividades. Compran,
compran y compran, se endeudan, se endeudan y se endeudan. Ninguna de estas
maniobras sacia la necesidad de nuestro espíritu.
Al hombre moderno no le enseñaron a cubrir las necesidades de su
espíritu. Dios es la fuente. Necesitamos conectarnos frecuentemente con esa
fuente para restaurarnos, sanarnos, crecer, inspirarnos, brillar, entender,
tener paz y ser feliz. Para esa conexión no hacen falta las interfases ni
intermediarios. La religión puede ser un impedimento para que fluya una
conexión genuina con el creador. Los ritos y ceremonias son ocurrencias de los
hombres, que hacen de lo simple, complicado.
…cuando alguno de ustedes ore, hágalo a solas. Vaya a su cuarto, cierre
la puerta y hable allí en secreto con Dios su Padre, pues él da lo que se le
pide en secreto…
La solución a los problemas de depresión, vacío, falta de rumbo y
enfermedades está simplemente en algunos minutos diarios en privado con Dios
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