"En cuanto dijo esto, se suscitó una discusión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. Y es que los saduceos dicen que no hay resurrección,ni ángeles, ni espíritus; pero los fariseos sí creen en todo esto. Se levantó entonces una gritería, y los escribas que apoyaban a los fariseos se levantaron a protestar: «No vemos que este hombre haya cometido ningún crimen. ¡Puede haberle hablado un espíritu o un ángel! Y como la discusión iba en aumento, el tribuno temía que fueran a despedazar a Pablo, así que mandó que los soldados bajaran y lo quitaran de en medio, y se lo llevaran a la fortaleza. A la noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: «Pablo, ten ánimo, pues necesito que des testimonio de mí en Roma, así como lo has hecho en Jerusalén." (Libro Hechos 23:7-11)
No hay caja fuerte más segura para resguardo que una conciencia buena y recta. Una persona con integridad es respaldada con autoridad que proviene de Dios mismo. Y esto suele exasperar a los religiosos que suelen ser bastante hipócritas. Jesús por ejemplo, tenía paciencia y misericordia con todo tipo de persona, no importa el pecado que haya tenido, pero con los religiosos no se detenía a perder su tiempo. En este pasaje vemos como Pablo, por anunciar la verdad, es presionado por los religiosos, pero respaldado por Dios.
Los religiosos suelen ser simuladores, como "paredes blanqueadas" de aspecto limpio, pero por dentro enmohecidos, mal olientes. Preocupados más por la apariencia y los rituales de dudoso origen, pero sin intimidad verdadera con el Dios de los espíritus (*).
Aún así, los que somos hijos de Dios, nos sujetamos en obediencia y respeto a las autoridades, que pueden ser nuestros padres, jefes y gobernantes.
La autoridad es un principio funciona por delegación. Se origina en Dios y va derivando en arquitectura perfecta en todo el universo. Quien se rebela contra la autoridad, choca contra un principio espiritual y físico. Esto tiene consecuencias, créase o no.
Con testigos o sin testigos, hagamos siempre lo bueno y verdadero. Y si vemos que otro no lo hace, no juzguemos, ni condenemos. Más vale ser pacientes y enseñar con el ejemplo.
Dios es el juez supremo, a nosotros no nos corresponde sentarnos en su lugar a señalar con el dedo a quienes se equivocan, porque con la misma vara seremos también juzgados.
No siempre las buenas noticias, la llegada de la paz y la vida en abundancia serán bien recibidas. Pero tendremos ánimos en persistir siendo luz en la oscuridad, sin desmayar ni aflojar.
El Espíritu Santo trabaja desde nuestro interior moldeando excelencia en rectitud, justicia, amor y paz sin transar con la hipocresía ni la duda, que las presiones culturales diarias quieran imponer en nombre de la costumbre o lo "natural".
Preguntas para los que están buscando
¿Hay actos privados de tu vida de los que te avergonzarías de mostrar en público?
¿Lo que pensás, hacés y decís coinciden, tienen un mismo sentido?
¿Cómo te sentiste cuándo descubriste a personas que decían una cosa pero hacían otra?
(*) ver Números 27:16.
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