Cuento una experiencia vivida en la ciudad de Resistencia, Chaco, Argentina. En el año 2009, salimos desde Posadas, situada a unos 300 kilómetros, con un grupo de personas para asistir a una conferencia del pastor Guillermo Maldonado. No me imaginaba que lo que estaba a punto de vivir, superaba toda experiencia que había vivido antes.
En mi vida anterior, yo había asistido a recitales de rock, partidos de fútbol profesional (estuve en el mítico partido de Argentina vs, Paraguay en Asunción por eliminatorias en la gran tarde de Fernando Redondo, con Batistuta, Ruggeri y otras leyendas). También estuve en actos políticos donde hablaron tremendos profesionales del discurso. Recuerdo bien estos eventos por la tremenda carga de adrenalina que generaron en mí y seguramente en la masa reunida en esas ocasiones.
Pero, asistir a ese templo, para esa conferencia del pastor Maldonado fue realmente una experiencia sobrenatural. El ambiente allí era electrizante, poderoso, de altísima expectativa. Estábamos alrededor de tres mil personas, que de pronto y en simultáneo, sin ninguna indicación humana nos poníamos a cantar, o reír, o ponernos de rodillas a orar, a llorar arrepentidos de nuestras malas decisiones. Era un espíritu de real libertad guiando nuestros actos. Y lo más extraordinario que me llevé de ese par de días, fue el conocimiento revelado, desbordándome de tanta sabiduría junta.
También vi gente que se sanaba, que llegaba con muletas, con prótesis con clavos, o en silla de ruedas y comenzaba a caminar, ancianos con artritis que se ponían a saltar como adolescentes, o malformaciones certificadas médicamente que se reparaban inxplicablemente, sordos que empezaban a oír. Directo fué el caso de Eugenio, un compañero de viaje, de unos 28 años, que usaba desde siempre y hasta ese momento unos anteojos que llamábamos "base de botella" por lo grueso del cristal. Al lado mío ví como se sacó los anteojos y nos decía: -"veo bien, puedo ver el escenario", mientras nosotros explotábamos de la emoción dando gracias a Dios. También fue muy impresionante cuando otra compañera, Nélida, me muestra sus manos y estaban cubiertas de una fina capa de lo que parecía polvo de oro. Incrédulo le froté mi mano como para despintarla, y ante mis ojos, ahí, en el instante se volvía a cubrir de esa sustancia que realmente no sé que es, pero lo ví y toqué.
En ese momento, me preguntaba el por qué de esa manifestación sobrenatural, que no era una sanidad o un milagro "práctico", qué sentido o propósito tenía eso. Y la respuesta vino a mi corazón, clara y audible para mí que me decía: "es una señal para que creas". Entonces mi incredulidad quedó quebrada, mis estructuras hechas añicos, mi racionalidad calculada, desbaratada. Caí arrepentido de rodillas y pedí perdón por la raíz de todos mis pecados y limitaciones: mi incredulidad.
Por medio de los apóstoles ocurrían muchas señales y prodigios entre el pueblo; y todos los creyentes se reunían de común acuerdo en el Pórtico de Salomón. Nadie entre el pueblo se atrevía a juntarse con ellos, aunque los elogiaban. Y seguía aumentando el número de los que creían y aceptaban al Señor. (Hechos 5:12-14)
Compartiendo mi experiencia
Lo que pensé: esto no lo entiendo. Evidentemente hay un universo que sobrepasa lo que pueden percibir los sentidos naturales, y ahora sé que existen ¿qué pensarías vos?
Lo que sentí: Una energía electrizante nunca antes experimentada en mi cuerpo. En mis emociones, mucha algarabía y expectativas por las posibilidades que se abrían ¿qué sentirías vos?
Lo que decidí ser: un seguidor de Cristo, atento a sus señales y maravillas. Alguien que en algún momento podría ser usado por Dios para manifestar ese poder ¿qué decidís ser vos?
Sobre el autor: Francis Lenguaza cuenta con más de 20 años de experiencia en gerenciamiento en empresas líderes en los sectores de energía, telecomunicaciones, plásticos, retail, maquinarias y network marketing. Es coach ontológico y actualmente colabora con personas y equipos en la determinación de identidad, metas, propósito, plan de vida y negocios. Comprometido con Sonia Penayo, quien es Contadora Pública Nacional, con certificación de la International Coach Federation y se desempeña como analista en el sector banca y finanzas. Ambos aman y siguen el modelo de liderazgo de Jesús y aplican herramientas de coaching en la enseñanza de la palabra. Para solicitar sesiones de coaching y conversaciones podés contactarnos en coachingyproposito@gmail.com
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