Nuestra cultura occidental sigue sacrificando niños, ya no tanto físicamente, sino su alma y sus emociones. No se tolera a los niños, ni sus sueños, ni sus actitudes, ni sus ideas, ni sus ingenuidades.
Venimos al mundo perfectamente equipados no solamente con un sueño, sino también con todas las habilidades, talentos, inteligencia y fuerzas necesarias para hacerlo realidad. Pero los adultos tan "serios", se encargan de bajar a tierra al que soñaba con ser astronauta o marino, o de hacer bajar un cambio al que quería ser corredor de fórmula 1. En definitiva persisten en "despertarnos" para llevarnos a un estado de supuesta madurez.
De allí en adelante todo ese equipamiento perfecto de sueños con dones establecidos por el creador, dejan de ser un propósito, se guardan en un cofre herméticamente sellado llamado "potencial".
Cuando nos morimos, no nos podemos llevar nada, ni siquiera nuestro potencial. La "madurez", la "seriedad", en realidad suelen ser máscaras en las que se refugia el miedo y el conformismo. Nos hicieron creer que ser bueno, es hacer lo que los otros esperan de nosotros. Esto es en definitiva vivir trabajando para el proyecto de algún otro que sí se tomó la molestia de ir tras sus propios sueños, construirlo, pagar el precio, e involucrar a otros que mataron el suyo propio. Ser bueno es ejecutar con valentía el tremendo plan que había establecido Dios para cada uno de nosotros.
"...En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
—¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo:
—Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos..."
(La Biblia. Libro de Mateo capítulo 18)
...Después de mucho tiempo volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. El que había recibido las cinco mil monedas llegó con las otras cinco mil. “Señor —dijo—, usted me encargó cinco mil monedas. Mire, he ganado otras cinco mil.” Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” Llegó también el que recibió dos mil monedas. “Señor —informó—, usted me encargó dos mil monedas. Mire, he ganado otras dos mil.” Su señor le respondió: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!”
(La Biblia. Libro de Mateo capítulo 25)

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